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El Edificio



Cuando se levantó, fue cabizbaja durante el camino a su trabajo, sin deseo ni ganas de vivir, no se había dado cuenta en lo que se había convertido su vida, se acostumbró a correr tan de prisa, que olvido disfrutar de la brisa, se acostumbró a comer tan rápido, que olvido saborear la comida, se acostumbró a maldecir el soy y la lluvia y se olvidó de lo que se siente el calor de los rayos de sol en un frio día de invierno y ya no recordaba lo que se sentía las gotas de lluvia caer por su rostro.

Se pasó gran parte de su vida siendo una máquina, el motor que movía una casa pero apagaba un hogar, se preocupaba por  el llegar tarde una mañana a trabajar, pero no recordaba el día que llego temprano a casa a ver a sus hermosas hijas corretear mientras la cena era servida, se acostumbró tanto al pasar de los días que olvido por completo vivirlos como debía.

Un robot, ese fue el precio inicial a su descuido, un corazón tan duro como el metal y tan pesado como el plomo era el que se alojaba dentro de su pecho, unos labios tan duros, firmes y helados incapaces de soltar ninguna palabra cálida capaz de entibiar un corazón herido, dejo de existir en una parte del camino, se extravió y no encontró el camino de retorno.

Ahí estaba, frente a ese edificio que se había convertido su hogar en los últimos 15 años, un edificio lleno de gente que no conocía. Un lugar tan frio como la sala de emergencia de un hospital, con su fachada que demostraba el estado de deterioro en que se hallaba, no sabía si por dentro era tan espeluznante como lo era por fuera, solo recuerda que perdió los 15 mejores años de su vida ahí, en un lugar en el cual solo era tan importante como el mobiliario de su oficina.

Vio pasar muchos rostros allí, y solo podía recordar que muchos tenían rasgos Europeos, muchos eran hispanos y recuerda a un asiático un poco torpe que siempre dañaba la fotocopiadora del frente de su oficina, recién ahora lo recuerda, nunca estuvo consciente de eso, solo era un algo para ella, no recuerda que alguien se dirigiera con dulzura, respeto, o camaderia hacia su persona, todos lo hacían con temor, lo notaba en sus voces, rara vez levantaba su rostro para mirar de donde provenía el saludo, al final  solo era la amargada mujer del departamento de cobranza.

Hoy al verse frente a ese musgoso lugar se da cuenta de lo triste y vacía que fue su vida, ayer le notificaron que prescindían de su trabajo porque sencillamente habían llegado a la quiebra y el dueño de ese pequeño negocio se había dado a la fuga a un país lejano, nadie podía hallarlo, quizás hasta se habrá cambiado el nombre, ahí se encuentra, sin dinero, sin trabajo y  con dos hijas para quienes solo es una extraña, o el cheque para pagar sus estudios en el exterior.

Perdió la oportunidad de ver a los frutos de su vientre crecer, perdió la oportunidad de leerle un cuento mientras las abrigaba en esas noches frías, se perdió de ver la sonrisa en sus rostros al abrir sus regalos en navidad, cumpleaños, regalos que ni ella recordaba, solo compraba lo primero que veía porque nunca tenía tiempo, quizás sus rostros nunca tuvieron una sonrisa, quizás solo habían lágrimas, dolor y probablemente una profunda lastima por esa mujer que las trajo al mundo.

Martha era el nombre de aquella señora rubia, que las cuidaba mientras ella no estaba, que fue la mayoría de sus vidas, hoy es incapaz de hacer una llamada, sabía que ellas estaban bien, que una se casó a los 23 años, pero no pudo ir a su boda, porque lo olvido, realmente alguien olvida la boda de su hija? Ella lo hizo! Y lo recordó 2 semanas después, su otra hija está en su 2 año en la universidad, es una chica inteligente, eso dice la madre de esta mujer a la cual no ha visto en 3 años.

Hoy esa mujer aunque sabe que perdió su trabajo, esta frente a ese edificio, por el cual entra y salen muchas personas, pero ese lugar que ella ocupaba, y que el resto de los otros rostro que no lograba recordar recorrían a diario, no está, anoche fue su primera noche sola, sola, sola, sin la agonía del trabajo, del despertar temprano, de los múltiples deudores, de los gritos de su jefes, fue su primera noche, en la cual saboreo la soledad.


Esa fría mujer que un día sonreía al ver a sus dos bebes jugar con su Gato Mario, quizás nunca vuelva a ser la misma de antes, pero hoy ha decidido tomar el primer vuelo con lo último que le quedo de su dinero e ir donde se encuentra su madre e hijas, ir a pedirles perdón, y a empezar desde cero, aun cuando en un futuro solo llegue a ser una humilde mesera, hoy no conoce que le deparara el mañana, quizás, no la perdonen, quizás no consiga ni siquiera un trabajo de mesera, quizás muera de una terrible enfermedad, por eso vino aquí, a este edificio donde perdió gran parte de su vida, vino a enterrar todos esos “quizás” que la amarran a un pasado frio y le impiden un cálido futuro haciendo lo que realmente importa, viviendo una vida, ya que es la única que se puede llegar a tener en este mundo, solo le queda su dignidad, el perdón de Dios,  la paz en su interior  y unas ganas inmensas de caminar al frente, con pasos firmes y con la frente en alto. 

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