El carro corría a 350 kilómetros por hora, era
una de las pocas sensaciones que lo hacían sentir vivo, ese era el torniquete de
una vida quebrada, de una vida llena de frustraciones, de amarguras, de
desolaciones, era el fresco roció en la mañana que desde hace muchos años no sentía,
ese era su escape, su fortuna, su tesoro.
Día tras día era un caminante solitario en sus
recuerdos, en sus pensamientos, pensamientos de culpa, de dolor, de rencor, de
una pasión frustrada por los golpes del destino, aun recordaba la zozobra en la
cual se había convertido su existencia, su rostro estaba desecho de infortunios
y de sonrisas olvidadas en un pozo de calamidades.
Sus mañanas nunca más tuvieron un sol, nunca más
escucho las aves cantar a coro la melodía de la vida, nunca más durmió con los
dos ojos cerrados, sus miedos lo consumieron hasta dejarlo desnudo, recuerda
con angustia sus gritos desesperados, gritos de una razón que fue amedrantada,
apaciguada, y que termino ahogada.
Era ese auto lo que lo devolvía por segundos a
la vida, era la única sensación de libertad que recordaba, su vida era distinta
cuando llegaba la fecha para una nueva carrera, ahí no había nada que perder,
pero mucho por ganar, años de adrenalina y no había visto su nombre o imagen en
los productos que vendían ahí, en eso que poco a poco se convirtió en su mundo.
Nunca había ganado una carrera o por lo menos
no una que fuese televisada, los únicos premios obtenidos habían sido la efímera
alegría de no haber pasado un día entero, viendo aquellas paredes manchadas de
malos recuerdos de lo que era hoy por hoy su habitación.
Estaba bien, por momentos lo estaba, no
importaba cuanto durara, él se sentía lleno, sentía la sangre caliente
recorriendo sus venas, sentía el corazón latir tan fuerte, como aquella vez que
vio por primera vez, a la que para él había sido la mujer de su vida, y si! la perdió,
la olvido o por lo menos hizo el intento, Intento que ha fallado por los últimos
10 años.
Espera algún día dejar las carreras, dejar los
autos por un tiempo, cortarse la barba, comprar ropas nuevas y convertir las
sensaciones fugaces de una carrera en una realidad para su vida, pero ese día
no era hoy, se lo decía mientras se quitaba su casco y apagaba los motores.
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