El carro corría a 350 kilómetros por hora, era una de las pocas sensaciones que lo hacían sentir vivo, ese era el torniquete de una vida quebrada, de una vida llena de frustraciones, de amarguras, de desolaciones, era el fresco roció en la mañana que desde hace muchos años no sentía, ese era su escape, su fortuna, su tesoro. Día tras día era un caminante solitario en sus recuerdos, en sus pensamientos, pensamientos de culpa, de dolor, de rencor, de una pasión frustrada por los golpes del destino, aun recordaba la zozobra en la cual se había convertido su existencia, su rostro estaba desecho de infortunios y de sonrisas olvidadas en un pozo de calamidades. Sus mañanas nunca más tuvieron un sol, nunca más escucho las aves cantar a coro la melodía de la vida, nunca más durmió con los dos ojos cerrados, sus miedos lo consumieron hasta dejarlo desnudo, recuerda con angustia sus gritos desesperados, gritos de una razón que fue amedrantada, apaciguada, y que termi
Un Espacio para decir lo que siento sin importar nada mas...